Nuestro clan, llamado Saldanici, compuesto por civiles y guerreros, tutelados por un druida y una pitonisa y comandados por el gran jefe guerrero Elar en nuestra lucha contra las tropas romanas. Formaba parte de la tribu de los Amacos, citados por Tolomeo y cuya capital fue Astúrica Augusta.

Para emular sus ropajes nos vestimos, en el caso de los guerreros, con albarcas en los pies y espinilleras de piel sujetas con cuerda. Llevamos una falda de tela espigada por encima de la rodilla, una túnica de lino claro sin mangas y un sayal marrón. Contra el duro invierno utilizamos un pantalón o bracae de lino claro y capa o sagum de piel. Las mujeres, por su parte, lucirán túnica hasta los tobillos, casaca ocre por encima de la rodilla y una capa larga de piel negra, así como botas de pieles. Al igual que hoy nos adornamos con relojes, anillos, y demás atuendos, los astures tenían su propia ornamentación. Así, los Saldanici, hemos recreado una fíbula zoomorfa en cobre representando a un caballo, signo distintivo de la aristocracia guerrera, que llevan los hombres, y para las mujeres otra en forma de luna en cuarto creciente símbolo de fertilidad y prosperidad. También portamos un torques de oro replica del hallado en el castro de Viladonga para distinguir a hombres y mujeres libres de esclavos. Los hombres ciñen sus ropas con un cinturón de cuero con hebilla de cobre en forma de disco solar, y las mujeres con otro de tiras cruzadas en la espalda. Para adentrarnos en el campo de batalla iremos pertrechados con casco coronado por un penacho de crin de caballo, cota de malla de hierro y un escudo o caetra de madera con umbo metálico y para el momento de ajusticiar portaremos varias armas dependiendo de la destreza de cada guerrero. Así nos valdremos de espadas de antenas atrofiadas, falcatas, lanzas, dagas incluso algún hacha de talón. Portamos un estandarte con nuestro emblema, una rosa hexapétala; símbolo del dios céltico Taranis, señor del rayo y la guerra y protector de los guerreros, flanqueada por dos serpientes con cuernos de carnero, emblema de fertilidad y regeneración.